Paciencia, adaptabilidad y ganas. Son tres constantes que deben permanecer siempre en la mochila de un viajero y, dejarse llevar sin decepciones, (y con la esperanza de poder volver algún día) cada vez que cambian los planes en la ruta. Para algo estamos en un viaje no planificado...
He tenido que sacrificar la inmersión en la selva boliviana por los bloqueos en la carretera de acceso a Rurrenabaque y ahora en Perú, también Arequipa y la visita al Cañón del Colca, ya que los mineros están utilizando la misma táctica de aislamiento de la ciudad a modo reveindicativo (por qué no decirlo, método bastante efectivo, vistas las repercusiones favorables que se han observado en anteriores manifestaciones).
Es por esto que tras recorrer el "Camino de la muerte" (Death Road) en bicicleta, desde La Paz hasta Coroico, crucé hasta el país de los soles.
Bolivia fue un país que me encantó y que merece ser recorrido con tranquilidad, tiempo, disfrutando de los maravillosos paisajes y del contraste cultural, al que no estamos acostumbrados.
De las comodidades de Argentina, pasé al país andino de los grandes y coloridos mercados, de las personas mascantes de coca y de los altas variaciones térmicas con márgenes de viente km de distancia.
Desde que se cruza la frontera los gritos de "PotosíPotosíPotosí", "Oruuuuroooo" abren un mundo del regateo, los nuevos olores y un completo caos en el tráfico.
Los mercados son geniales, mezclados en un mismo espacio puestos de fruta, sudaderas, relojes y carne (no recomendables estos últimos para vegetarianos o estómagos sensibles, por la cantidad de vacas y pollos descuartizados y sin refrigerar que se pueden encontrar, cuyo olor es cuanto menos... penetrante.)
La zona de los comedores es un constante griterío de invitación a probar el mejor falso conejo, churrasco o pique macho, con la posibilidad de escoger la mejor trucha que se desea almorzar, y casi palparla, cuando se te muestran todos sus atributos a tan solo 5 cm de la nariz. Hay que decir que las inmesas raciones de carne, ensalada y arroz por un euro servidas en un mismo plato, dificultan el mantenimiento de la línea.
Se puede decir que uno de los productos más popules de venta en la calle es el papel higiénico y la pastilla de jabón, que toma un lugar privilegiado en el bolso de cada mujer, por no poderse encontrar excepto ahí, en los momentos críticos. No se deben tener remilgos a la hora de llenar la jarra de agua y "jalar", en las abundantes ocasiones en que la cisterna de los baños brilla por su ausencia, con un barrido de ceniza a modo de ambientador.
Se puede decir que uno de los productos más popules de venta en la calle es el papel higiénico y la pastilla de jabón, que toma un lugar privilegiado en el bolso de cada mujer, por no poderse encontrar excepto ahí, en los momentos críticos. No se deben tener remilgos a la hora de llenar la jarra de agua y "jalar", en las abundantes ocasiones en que la cisterna de los baños brilla por su ausencia, con un barrido de ceniza a modo de ambientador.
Los vestidos de las "cholas", "cholitas" o mujeres tradicionales son la clara constatación de dos culturas que conviven paralelamente: la originaria y la "moderna", sin olvidar la adoración que profesan ambas a la Pachamama, la Madre Tierra.
Pese que a los turistas nos encanta la idea, es difícil que las mujeres bolivianas se dejen fotografiar, puesto que popularmente se cree que las instantáneas roban el alma.
En ocasiones al preguntar cualquier duda por la calle, puede que la persona en cuestión ni responda, hecho que quizá se pueda achacar a su timidez o al sentimiento de invasión que la curiosa mirada de los recién llegados (y clasificados como gringos), provoca en ellas.
Los viajes en autobús han sido los momentos de mayor sufrimiento...
Las estrechas carreteras con espacio para una única dirección vehicular, se compensan con bocinazos a cada curva. Y tratándose de las cordilleras andinas, a cada rato. La parcial solución para al menos evitar ver los barrancos paralelos a estas zigzagueantes carreteras, ha sido viajar de noche y, con música relajante a modo de nana, intentar dormir.
Y pese a algún puntual susto que me he llevado, (no olvidemos que, a fin de cuentas, Bolivia es el país más pobre de Sudamérica), me ha fascinado la bondad de sus personas, la humildad en sus gestos y su capacidad de trabajo que les ata a los negocios de siete de la mañana a nueve de la noche.
Esta temporada está siendo mi particular y práctico ejemplo de que nuestro tan popular estrés es, en muchas ocasiones, el resultado de la no aplicación de las actitudes mencionadas al inicio del escrito. No hay nada como tomarse unos meses de distancia para certificar que una posición motivada y optimisma es la clave de triunfo para los momentos complicados.
"La vuelta al mundo", Calle 13
Cuanto has aprendido y cuanto tienes para transmitir. Enhorabuena.
ResponderEliminarBlanca