miércoles, 14 de marzo de 2012

Let me please breakdown

Las vacaciones son generalmente consideradas época de relax, de olvidar el reloj, de guiarse por el sol.
Pero hay ocasiones en que no es tan fácil desprenderse del ritmo de la ciudad y a veces no se consigue la inmersión de forma automática.

Hoy hemos dejado atrás San Marcos Sierras, un pueblecito perdido entre las montañas cordobesas, conocido por su energía, que atrae a los viajeros y los atrapan en sus arenosas calles.
En este pueblo no existen las prisas. No existen las obligaciones. Simplemente hay que sumergirse en su esencia; conversar con los lugareños que saludan al paso, escuchar los relatos de los hosteleros que tantas personas diferentes han visto pasar.
 Este pueblo es un remanso de paz en el que la gente fuma marihuana a orillas del rio o cuenta historias místicas, de duendes u ovnis. Es una realidad paralela a nuestro ritmo cotidiano, en que hay que desprenderse de los prejuicios e intentar comprender las creencias, las historias de los indígenas transmitidas entre generaciones y que circulan, orgullosas, abriéndose paso en el tan moderno escepticismo.

Y sí, en un principio me resultó difícil "descansar", desconectar, como si no pudiera despojarme en este viaje de la necesidad de ver, conocer, aprender. Pero las horas de desocupación no son en vano si se orientan a meditar sobre uno mismo, al margen de las preocupaciones supuestamente importantes que nos atormentan aún en vacaciones.

Es cierto que este pueblecito atrapa... No sé si de forma mística o debido al muy terrenal encanto de sus habitantes. Pero si es verdad que cuesta dejar atrás lugares donde conoces gente especial. Lugares simplemente hermosos. Lugares que enamoran por su capacidad de inspirar la paz con uno mismo.


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