Este es el panorama. Sola, sin saber dónde dormiré mañana. Nervios,
inquietud, son algunas de las sensaciones. Pero ante todo ganas de probarme a
mi misma y descubrir lo que pasa.
Un viaje como en el que nos embarcamos Sara y yo tenía lo imprevisible y
excitante de la inexactitud… Así se
definió en su día: un viaje abierto a los cambios, al curso de las
circunstancias. Es debido a ellas, que
en este momento estamos separadas.
El mismo título del blog
lo define: Nuestra particular Ítaca.
Y es que un viaje posee tantas interpretaciones como personas lo cursan, por ello, imprescindible disfrutar del propio camino sin descuidar las emociones que el mismo provoque en la pareja.
Y es que un viaje posee tantas interpretaciones como personas lo cursan, por ello, imprescindible disfrutar del propio camino sin descuidar las emociones que el mismo provoque en la pareja.
Pero esto me está haciendo
descubrir los encantos de viajar en solitario.
Cuando se pasan tantas horas con uno mismo se aprende a olvidar, y el egoísmo que envuelve el dedicarse a los “propios problemas” (muchas veces por el mismo aburrimiento), desaparece.
Es verdad que no se pueden compartir con la otra persona las emociones inducidas por nuevos descubrimientos, pero la intensidad de éstas, se duplica.
Si se quieren inmortalizar, se pueden dedicar más de cuatro garabatos en la libreta. Todo el tiempo que se desee para absorber el momento, sacar 999 fotos innecesarias y una que refleje mejor la experiencia, o para cerrar los ojos, sonreír y pensar: “… a sentir esto había venido”.
Cuando se pasan tantas horas con uno mismo se aprende a olvidar, y el egoísmo que envuelve el dedicarse a los “propios problemas” (muchas veces por el mismo aburrimiento), desaparece.
Es verdad que no se pueden compartir con la otra persona las emociones inducidas por nuevos descubrimientos, pero la intensidad de éstas, se duplica.
Si se quieren inmortalizar, se pueden dedicar más de cuatro garabatos en la libreta. Todo el tiempo que se desee para absorber el momento, sacar 999 fotos innecesarias y una que refleje mejor la experiencia, o para cerrar los ojos, sonreír y pensar: “… a sentir esto había venido”.
Las zapatillas de trekking van acumulando mucho polvo, aunque no tanto como
historias.