lunes, 16 de julio de 2012

La ciudad perdida de los Incas: Machu Picchu

El imperio inca estuvo vivo entre 1200 y 1575, gobernado por 14 incas, (así llamados los máximos representantes del poder; al pueblo se le denominaba "quechua"). Debido al complicado acceso a esta ciudad, que estuvo engullido por las montañas desde el reinado del último inca, su redescubrimiento oficial fue en 1911 por el explorador Hiram Bingham.

La llegada desde Ollantaytambo hasta Aguas Calientes fue en un tren que duró aproximádamente dos horas y media. Agarré con gusto la cama del hostal a las 23.45h.
A las 04.15 am estaba en pie, e iluminada por una linterna, recorrí la carretera entre Aguas Calientes y la entrada al Centro Arqueológico. Ascendí las cientos de escaleras mientras iba clareando, mi objetivo: ver salir el sol desde la Ciudad Perdida.

Agotada, pero triunfal, a las 7 de la mañana abrieron el acceso, y sin colas, conseguí entrar. Deleitarme con el amanecer entre aquellas montañas que resguardan tanta historia, fue una total plenitud. Se hizo el silencio entre los observadores del paisaje, mayoría de los cuales estábamos cumpliendo el sueño de pisar la Maravilla del Mundo.

Huayna Picchu (Montaña Joven) y Machu Picchu (Montaña Vieja), son los dos cerros que se pueden ascender y desde los que se obtiene la vista panorámica de todo el centro arqueológico; tienen 2600 metros y 3100 metros de altitud aproximada y respectivamente. Puesto que el acceso diario a ambas está restringido, yo solo tuve la oportunidad de subir la Montaña Antigua, que no contaba con construcciones en su cima, pero cuyo ascenso era impresionante igualmente.

La pasión y detalle con que los guías explicaban información sobre la Ciudad Perdida tenían la capacidad de trasladarnos 500 años atrás. La mirada de todos los miembros del grupo era soñadora y nuestra mente vagaba entre imágenes de chaskis, transportadores de mensajes trayecto Machu Picchu-Cuzco, relevados cada 3km corridos, o los sacrificios y ofrendas de las llamas, como culto a los dioses por parte de los sacerdotes o acuraques. Las construcciones de granito estratégicamente erigidas hacia el oeste para recibir los primeros rayos del sol, siempre con  forma trapezoidal, la óptima en cuanto a estabilidad y antiseísmos.

Los incas demostraron su genial inteligencia (aún hoy en día denominada sobrenatural o extraterrestre por muchos) en sus edificaciones, precisamente por la ausencia de los medios de traslado y montaje de los que disponemos en la actualidad. La naturaleza también mostró la suya, puesto que engulló la ciudad entre los bosques, preservándola de los codiciosos ojos de los conquistadores que, por aquel entonces, utilizaban el material ya trabajado por los indígenas como cantera para sus iglesias cristianas.

Por suerte, aún hoy en día se puede caminar por este recóndito y maravilloso lugar y dejar volar la imaginación... Abrir los ojos y cerciorarte de que sí, realmente existe un mundo paralelo al nuestro.


lunes, 14 de mayo de 2012

Experiencias bolivianas


         Paciencia, adaptabilidad y ganas. Son tres constantes que deben permanecer siempre en la mochila de un viajero y, dejarse llevar sin decepciones, (y con la esperanza de poder volver algún día) cada vez que cambian los planes en la ruta. Para algo estamos en un viaje no planificado...

He tenido que sacrificar la inmersión en la selva boliviana por los bloqueos en la carretera de acceso a Rurrenabaque y ahora en Perú, también Arequipa y la visita al Cañón del Colca, ya que los mineros están utilizando la misma táctica de aislamiento de la ciudad a modo reveindicativo (por qué no decirlo, método bastante efectivo, vistas las repercusiones favorables que se han observado en anteriores manifestaciones).
Es por esto que tras recorrer el "Camino de la muerte" (Death Road) en bicicleta, desde La Paz hasta Coroico, crucé hasta el país de los soles.

Bolivia fue un país que me encantó y que merece ser recorrido con tranquilidad, tiempo, disfrutando de los maravillosos paisajes y del contraste cultural, al que no estamos acostumbrados.
De las comodidades de Argentina, pasé al país andino de los grandes y coloridos mercados, de las personas mascantes de coca y de los altas variaciones térmicas con márgenes de viente km de distancia.
Desde que se cruza la frontera los gritos de "PotosíPotosíPotosí", "Oruuuuroooo" abren un mundo del regateo, los nuevos olores y un completo caos en el tráfico.

Los mercados son geniales, mezclados en un mismo espacio puestos de fruta, sudaderas, relojes y carne (no recomendables estos últimos para vegetarianos o estómagos sensibles, por la cantidad de vacas y pollos descuartizados y sin refrigerar que se pueden encontrar, cuyo olor es cuanto menos... penetrante.)
La zona de los comedores es un constante griterío de invitación a probar el mejor falso conejo, churrasco o pique macho, con la posibilidad de escoger la mejor trucha que se desea almorzar, y casi palparla, cuando se te muestran todos sus atributos a tan solo 5 cm de la nariz. Hay que decir que las inmesas raciones de carne, ensalada y arroz por un euro servidas en un mismo plato, dificultan el mantenimiento de la línea.

Se puede decir que uno de los productos más popules de venta en la calle es el papel higiénico y la pastilla de jabón, que toma un lugar privilegiado en el bolso de cada mujer, por no poderse encontrar excepto ahí, en los momentos críticos. No se deben tener remilgos a la hora de llenar la jarra de agua y "jalar", en las abundantes ocasiones en que la cisterna de los baños brilla por su ausencia, con un barrido de ceniza a modo de ambientador.

Los vestidos de las "cholas", "cholitas" o mujeres tradicionales son la clara constatación de dos culturas que conviven paralelamente: la originaria y la "moderna", sin olvidar la adoración que profesan ambas a la Pachamama, la Madre Tierra.
Pese que a los turistas nos encanta la idea, es difícil que las mujeres bolivianas se dejen fotografiar, puesto que popularmente se cree que las instantáneas roban el alma.
En ocasiones al preguntar cualquier duda por la calle, puede que la persona en cuestión ni responda, hecho que quizá se pueda achacar a su timidez o al sentimiento de invasión que la curiosa mirada de los recién llegados (y clasificados como gringos), provoca en ellas.

Los viajes en autobús han sido los momentos de mayor sufrimiento...
Las estrechas carreteras con espacio para una única dirección vehicular, se compensan con bocinazos a cada curva. Y tratándose de las cordilleras andinas, a cada rato. La parcial solución para al menos evitar ver los barrancos paralelos a estas zigzagueantes carreteras, ha sido viajar de noche y, con música relajante a modo de nana, intentar dormir.

Y pese a algún puntual susto que me he llevado, (no olvidemos que, a fin de cuentas, Bolivia es el país más pobre de Sudamérica), me ha fascinado la bondad de sus personas, la humildad en sus gestos y su capacidad de trabajo que les ata a los negocios de siete de la mañana a nueve de la noche.

Esta temporada está siendo mi particular y práctico ejemplo de que nuestro tan popular estrés es, en muchas ocasiones, el resultado de la no aplicación de las actitudes mencionadas al inicio del escrito. No hay nada como tomarse unos meses de distancia para certificar que una posición motivada y optimisma es la clave de triunfo para los momentos complicados.


"La vuelta al mundo", Calle 13

viernes, 27 de abril de 2012

La Higuera, Bolivia






Tras 5 horas de colectivo desde Sucre hasta Villa Serrano y 5 horas en furgoneta, la suiza, los seis argentinos y yo, llegamos a La Higuera, lugar dónde capturaron y torturaron al gran Che, Ernesto Guevara (Rosario, 14 de Mayo 1928- La Higuera,  9 de Octubre 1967).
Carteles, graffitis, citas en piedras, todo recuerda en el pueblo al revolucionario que desde que comenzó sus viajes por Sudamérica, se dedicó en cuerpo y alma a defender al pueblo latino.





"Podrán morir las personas, pero no sus ideas"

"Prefiero vivir de pie a vivir arrodillado"

"Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro"

"Todos los días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización"

"Aquí estamos, la palabra nos viene húmeda de los bosques cubanos. Hemos subido a Sierra Maestra, y hemos conocido a la aurora, y estamos dispuestos a nombrarla en esta tierra y a defenderla para que fructifique". Y de todos los otros hermanos países de América y de nuestra tierra, si todavía persistiera como ejemplo les contestara la voz de los pueblos, desde ese momento y para siempre: "¡Así sea: que la libertad sea conquistada en cada rincón de América!"

Ernesto Che Guevara



Silvio Rodríguez "Canción del Elegido, El Che"




Ismael Serrano "Papá cuéntame otra vez"


sábado, 21 de abril de 2012

Minas de Potosí


Soy el rico Potosí, del mundo soy el tesoro, soy el rey de los montes y envida soy de los reyes


Esta inscripción luce un escudo en Potosí, acuñado por el emperador Carlos V, cuando en 1545 comenzó la explotación de Cerro Rico, el principal motor económico de Bolivia y gran parte de las fuentes de riqueza en Europa por aquel entonces. Comenzó la extracción de plata, zinc, estaño y plomo y esos años murieron miles de indígenas  esclavos, con la función de satisfacer las ansias de riqueza de los conquistadores. Se dice que con toda la plata extraída se podría haber construido un puente uniendo el cerro con la puerta del palacio real. También que se podrían haber construido dos con los huesos de todos los mineros muertos. Pero han pasado casi 500 años y nos hemos civilizado…


La excursión a las minas comienza como una aventurilla que desata las risas con el equipo de seguridad: casco con su linternita, pantalones impermeables, botas de agua, pañuelo bandolero.

Puesto que todos nos queremos sentir un poco mineros probamos un taponcito de alcohol etílico, tal como manda la tradición. Y comienza la inmersión.
Y las risas finalizan rápido, el olor se hace insoportable y esperamos que la luz de la linterna aguante las dos horas que estaremos dentro. La oscuridad es absoluta sin ellas.

Dentro encontramos el monumento del Tío, el Diablo, el protector de los mineros, y se observan a su alrededor botellas de alcohol, cigarrillos y hojas de coca, objetos con los que se pretende honrarlo.
Llegamos donde están los mineros y por ser domingo, solo hay cinco trabajadores. Les damos nuestros obsequios: hojas de coca, cigarrillos, agua y zumo. Durante las ocho, diez, doce horas que están en el interior de las minas no pueden comer nada sólido, pues sus defecaciones conllevarían la producción de metano y las consecuencias podrían ser fatales.

Coincide que llegamos en su hora de descanso, cuando están sentados introduciéndose una a una las 300 hojas de coca que necesitan mascar para espantar el sueño y el hambre.
Nos enseñan los materiales extraídos en el día y continúan con su laburo. Para nosotros sigue siendo aventurilla, ellos trabajan el día domingo como castigo por haber faltado un día entre semana (muchas veces por su incapacidad de levantarse de la cama por la resaca del día anterior, noches de olvido, mañanas de realidad).

Cargan un carro con las bolsas de minerales y entre cuatro personas mueven las dos toneladas. Les quedan treinta y ocho. Vamos detrás de ellos caminando, mudos y un poco avergonzados, pues su esfuerzo se ha convertido en nuestro espectáculo.
En un momento cunde el pánico, pues algunas de las piedras y maderas se desploman en el trayecto y golpean en la pierna a uno de nuestro grupo. Se le cae hasta el casco. Piedras que podían haber caído encima de cualquiera.
Es entonces cuando las ganas de aventura desaparecen totalmente y los cuatro “proyectos de minero” solo tenemos un pensamiento: visualizar la luz que indica salida, respirar aire fresco.



Es curioso que todos en el grupo compartiéramos la idea de que nos consideramos valientes, que no tememos a lo desconocido y también la certeza de que no entraremos nunca más a una mina.

Nuestro guía, antiguo minero fue un excelente narrador. Nos contó la historia de Cerro Rico, cómo su máxima explotación fue en 1919, años de guerra y la crisis más amarga en 1980, cuando cayeron los valores de la plata en Londres. Pero también nos habló del sentimiento de orgullo de ser minero, sobre todo a partir de la Revolución de 1952, que supuso el voto universal en Bolivia, la nacionalización de las minas y la Ley Insa, que permitió a los campesinos adquirir el título de las tierras que trabajaban.

La esperanza de vida de los mineros es de 45-55 años, cuando suelen morir de silicosis o de cáncer de pulmón por las sustancias que inhalan diariamente. Puesto que su enfermedad no tiene cura, los arrinconan en el hospital mientras esperan la muerte. Muchos se suicidan desde las ventanas de los mismos hospitales, debido a los insoportables dolores en la garganta. Y los bolivianos han adquirido el derecho a pensión a los 65 años.
Le preguntamos al guía que opinaban en general de Evo Morales. A casi todos los mineros les es indiferente, sus condiciones laborales no cambian.  Si no tienen plata para estudiar, a los 13 años comienzan los niños la profesión. Aproximadamente 15 dólares cobran diariamente, salario dependiente del material recogido, no sujeto a horas. Pero toda explotación de recursos no renovables finaliza y se calcula que en Cerro Rico lo hará en 10 años. Alrededor, hay montañas intactas, pero su explotación supondría la destrucción de tres lagunas que abastecen con agua a la ciudad de Potosí. ¿Existe otra solución para las 15.000 familias dedicadas a la minería en la ciudad?
Sí, 500 años después somos un poquito más civilizados…

Visité las minas hace 6 días. No pude escribir el mismo día sobre ellas debido al estado de frustración, anhedonia, que mantuve hasta acostarme. Tampoco al día siguiente, porque no quería rememorarlo. Pero puesto que ha sido lo más impactante que he visitado hasta ahora, no podía dejar de ser transcrito. A conocer otras realidades habíamos venido…

La despedida de uno de los mineros fue: “Hasta pronto señorita, que tenga usted mucha suerte”.

Potosí , Patrimonio de la Humanidad, 1988 (UNESCO)


miércoles, 18 de abril de 2012

Letras

El poder de la música ... capaz de cambiar momentos, robarnos una sonrisa o empañarnos los ojos.
Porque la música escogida en cada momento dice tanto de nuestro estado anímico. Tiene la capacidad de transportarnos a un aura de delicadeza o acción en un intervalo de tres minutos.
Nos descubre, por tanto.

Tiene capacidad de fascinación. Son los pincelazos de acuarela que tintan los momentos. Es acompañamiento, pero al mismo tiempo, conductor de nuestros sentimientos.
Aunque hablemos de un instante puntual. Porque precisamente de ellos se compone nuestra actitud vital.

Solo una canción pueden recomendarme las personas que conozco. Y mi libretita se va llenando de títulos, de letras que significan mucho para quienes me las sugieren. Y también lo harán para mí, al evocarme los momentos puntuales que viví con ellas, las risas compartidas, las confidencias de medianoche.

Está en proceso de creacion un laaaargo CD.


martes, 10 de abril de 2012

Las huellas digitales

     Yo nací y crecí bajo las estrellas de la Cruz del Sur.
Vaya adonde vaya, ellas me persiguen. Bajo la cruz del sur, cruz de fulgores, yo voy viviendo las estaciones de mi suerte.
    No tengo ninún dios. Si lo tuviera, le pediría que no me deje llegar a la muerte: no todavía. Mucho me falta andar. Hay lunas a las que todavía no ladré y soles en los que todavía no me incendié. Todavía no me sumergí en todos los mares de este mundo, que dicen que son siete, ni en todos los ríos del Paraíso, que dicen que son cuatro.
   En Montevideo, hay un niño que explica:
  -Yo no quiero morirme nunca, porque quiero jugar siempre.


Eduardo Galeano, "El libro de los abrazos".

viernes, 30 de marzo de 2012

Nuevos comienzos


Este es el panorama. Sola, sin saber dónde dormiré mañana. Nervios, inquietud, son algunas de las sensaciones. Pero ante todo ganas de probarme a mi misma y descubrir lo que pasa.

Un viaje como en el que nos embarcamos Sara y yo tenía lo imprevisible y excitante de la inexactitud…  Así se definió en su día: un viaje abierto a los cambios, al curso de las circunstancias. Es debido a ellas,  que en este momento estamos separadas.

El mismo título del blog lo define: Nuestra particular Ítaca.
Y es que un viaje posee tantas interpretaciones como personas lo cursan, por ello, imprescindible disfrutar del propio camino sin descuidar las emociones que el mismo provoque en la pareja.

Pero esto me está haciendo descubrir los encantos de viajar en solitario.
Cuando se pasan tantas horas con uno mismo se aprende a olvidar, y el egoísmo que envuelve el dedicarse a los “propios problemas” (muchas veces por el mismo aburrimiento), desaparece.
 Es verdad que no se pueden compartir con la otra persona las emociones inducidas por nuevos descubrimientos, pero la intensidad de éstas, se duplica.
Si se quieren inmortalizar, se pueden dedicar más de cuatro garabatos en la libreta. Todo el tiempo que se desee para absorber el momento, sacar 999 fotos innecesarias y una que refleje mejor la experiencia, o para cerrar los ojos, sonreír y pensar: “… a sentir esto había venido”.

Las zapatillas de trekking van acumulando mucho polvo, aunque no tanto como historias.